“Vivo muy feliz en España y seguiré haciéndolo. Los niños tienen de todo aquí: sus actividades, sus amigos y su escuela. Y mi esposa y yo también nos sentimos muy cómodos”. Estas palabras recogen la ilusión de una familia que ha cambiado de país buscando una vida mejor y solo deberían transmitir alegría. Sin embargo, vivimos un momento en que la inmigración se considera un problema. ¿Por qué?
Lo primero que debemos admitir es que no vemos igual a toda la inmigración. El entrecomillado de arriba, por ejemplo, no es de un marroquí, un ecuatoriano o un tailandés, como habríamos podido pensar, sino de Toni Kroos, la figura del Real Madrid que seguirá viviendo en la ciudad tras colgar las botas. Este prejuicio apunta a la causa principal: no genera rechazo el inmigrante rico sino el pobre.
¿Cómo hemos llegado a esto? En el siglo XX, Europa creó sistemas de salud, educación y bienestar social que llegaban a la mayor parte de la población. Pero en los años 90, con el colapso de los sistemas comunistas, el liberalismo proclamó “El fin de la Historia” y, desde entonces, vivimos el progresivo desmantelamiento de los sistemas públicos en favor de las externalizaciones y las compañías privadas.
En la sala de espera del hospital, esperando plaza para estudiar o viendo cómo te deniegan una ayuda pública temes que “no hay para todos”. Por eso un inmigrante rico no preocupa: no suelen utilizar los sistemas públicos.
La solución es reforzar los sistemas públicos. Y eso requiere aumentar los impuestos a los ricos. Cualquier otra medida conlleva enfrentar a los de abajo por su parte del pastel, que ahora es más pequeño. En esa batalla entre los intereses de los de arriba y los de abajo afloran los mensajes xenófobos y los bulos sobre criminalidad. Quienes lanzan esos mensajes también lanzan bulos sobre que pagamos demasiados impuestos. Cuando precisamente la regularización de inmigrantes aumenta los ingresos de la seguridad social y aleja de la marginación a los más vulnerables.
Con lo fácil que sería alegrarnos de todos los migrantes. Igual que hacemos con Toni Kroos y su familia.